viernes, 7 de octubre de 2011

¡Sabe a pollo! (no, la neta no)

Hoy comí muchos!

Eso me puso a pensar cómo pasé de que me dieran un asco indescriptible a considerarlos deliciosos.

Mi primer encuentro con la idea de que los insectos se comen (aparte, de la multitud de hormigas y otros insectos pequeños que seguramente me comí más chiquito) fue por el lejano año de 1994, cuando fui a ver El Rey León al cine.


De hecho no recuerdo esa escena de esa vez en particular que vi la película, me acuerdo más de la estampida y de la parte del final con el fuego, pero bueno seguro fue la primera vez que racionalmente vi a los insectos como posible comida.

Algún tiempo después todavía chico descubrí que alguien muy cercano consideraba deliciosos los gusanos de maguey y que se ponían en el fondo de las botellas de mezcal y la gente los masticaba, en ese tiempo me dio mucho muuucho asco la idea de comerme un gusano.



La primera vez que probé un insecto fue como a los 11 o 12 años, en Oaxaca. Comí chapulines pero en polvo y con mucha insistencia por parte de mi papá, al principio casi me convence de probarlos enteros pero justo cuando iba a meterlo en mi boca el chapulín me volteó a ver con sus ojitos e hizo algo muy parecido a esto:


Por esa razón me atreví a probarlos pero en polvo, sin patitas ni ojitos ni nada reconocible. Probé el polvo y me pareció horrible y asqueroso, pero en retrospectiva ni siquiera me fijé en el sabor, tenia mucho miedo y asco como para pensar en eso.

En algún momento posterior de mi vida
1.-Dejaron de darme tanto asco los insectos. (excepto las cucarachas, pero ellas son engendros infernales mutantes del mal, no insectos)
2.-Probé la sal de gusano que viene con el mezcal y me gustó mucho. (mmm con unas naranjas)

De ahí daremos un salto en el espacio/tiempo hasta el día de ayer cuando en mi servicio de beca estaba juntando los ingredientes que se iban a utilizar en las clases de hoy, ahí llegaron las bolsas con los insectos, entre ellos los chapulines que los otros dos weyes que estaban en el almacén se empezaron a comer.

Me armé de valor, tomé uno y viéndolo fijamente a los ojos para asegurarme de que estaba muerto y me lo metí en la boca. Estaba muy rico y eso me armó de valor para la clase de hoy.

Llegué con una mezcla de sensaciones: nervios, curiosidad, hambre, un poco de sueño, un muy muy poco de asco y emoción también.

Comimos los ya mencionados chapulines, gusanos de maguey con un sabor y consistencia parecido al del chicharrón (amo el chicharrón, de hecho amo casi todo lo que proviene del cerdo), unos weyes que se llaman chinicuiles y son gusanos que viven en las raices del maguey y se tuestan vivos (eso fue triste y feo porque me caían bien los vatillos. Entendí el porqué de la frase "te retuerces como chinicuil":c  ) y saben como a mezcal, algo que se llama ahuahutle y que son huevos de mosco y casi no saben a nada pero son buena proteína y escamoles que ya los había comido hace unos meses y son deliciosos. Todo acompañado de tortillas, frijoles refritos, salsa verde y roja, guacamole, queso de cabra de ese muy salado y duro, nopales, chicharrón... mmm nomás de acordarme me dio hambre otra vez.

Escamoles. Los hicimos con cebolla, chile, epazote y mucha muuucha mantequilla.
En tacos con guacamole son de las cosas más ricas que hay.


Ah y también hicimos chocolate (:

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